lunes, 16 de junio de 2008

Sordomudo en una cabina telefónica: Un día perfecto con Lou Reed: Lester Bangs, Revista Creem

Ingresas al comedor del Holliday Inn con la expectación de conocer por fin a uno de los hombres-límite en la música y la psicología de nuestro tiempo. Lou Reed, que con su banda Velvet Underground cantaba sobre travestis y heroína al menos cinco años antes de que tales obsesiones alcanzaran el nivel masivo. Que inició su regreso como solista el verano pasado en Inglaterra, y que bajo el alero de David Bowie produjo Transformer, un clásico del rock tremendo y original. Quien, después, habiendo por fin salido del clóset, volvió a su casa de Nueva York y comenzó 1973 casándose con una actriz (y también mesera) llamada Betty (su nombre artístico, Krista) Kronstadt.

Encima de todo eso, Transformer y su single son enormes hits. Lou Reed no sólo es una leyenda, también es una estrella. En una de las entrevistas que dio el pasado verano, Lou dijo: “puedo crear un ambiente sin decir una palabra, con sólo estar dentro de una habitación.”

Tenía razón. Te sientas, y te aseguro que te das cuenta muy rápidamente de que hay un gordo vagamente desagradable en una mesa llena de gente donde se incluye a su rubia novia. Al poco rato se te acerca y su tic se hace más evidente, y te concentras en él fastidiando tu comodidad. No es sólo que Lou Reed ya no parece una estrella de rock. Su cara tiene la palidez de un asilo de ancianos, y la grasa circunda sus lados. Bebe Johnny Walker negro toda la tarde, sus manos tiemblan constantemente y cuando levanta su vaso para beber tiene que doblar la cabeza como si no pudiera llegar a su boca de otra manera. A medida que se emborracha, su ojo izquierdo empieza a perder sincronización.

A pesar de todo esto, sin embargo, se las arregla para hacer justicia a su reputación de volver las entrevistas incómodas. Te mira fijo con ese oxidado ojo fuera de órbita, carraspea y gruñe y te miente en tu cara y no puedes hacer nada. Te miente sobre su música y sobre las portadas de sus álbumes (“Era yo vestido de travesti en la contraportada de Transformer.”) Más que nada, miente sobre sí mismo. Pero lo certifica diciendo “de todas maneras, no me especializo en decir la verdad la mayoría de las veces.”

Aún así, muestra calma sobre todo lo que dice, así que no puedes enojarte mucho por eso. Como cuando Nick Kent, que está aquí también entrevistándolo para la revista New Musical Express, está en medio de una pregunta y Lou lo interrumpe: “¿No tienes calor con esa bufanda?”

“No,” resopla Nick acomplejado, “estoy resfriado.”

“Prueba el ungüento VapoRub,” lanza el enfermero Lou, “llegué con un feo resfriado a Boston, y funciona. Tienes que acostarte por dos o tres días con esa asquerosidad en el pecho y una toalla o algo así, y cada cierto alguien tiene que tener el valor de acercarse al frasco de esa mierda y ponértelo en el pecho. Como esa vez, recuerdo…” está divagando “…en que estábamos todos tomando ácido y descubrimos el gel para el pelo Dippity-do, y todos dijeron ‘¡es fantástico, es como una concha!’ Así que corrimos al baño a meterle el dedo al frasco.”

Todo es una broma para este payaso borrachín; ¡de verdad vive el argumento de divertirse un poco! Sin embargo es cierto que preocupa a sus amigos y fans verlo en tal salud decadente. Pero incluso de eso puede hacer un chiste. En cierto momento le pregunté cuándo pensaba morir.

“Me gustaría vivir hasta ser un viejo decrépito y cultivar sandías en Wyoming.” Luego se toma otro sorbo y me bravuconea: “¿sabes que te voy ganando en tragos? dos a uno”.

“¿Estás orgulloso de ti mismo?”

“Sip. No. En verdad no; es sólo que un trago de whisky es tan pequeño que tienes que chuparlo como un bebé o algo así. Yo bebo constantemente.”

“Cómo deja tu sistema nervioso?” indago.

“Lo destruye,” sonríe.

“¿Entonces cómo piensas cultivar tus sandías?

“Bueno, mi tiempo llegará. Por ahora me estoy cansando del licor porque no hay nada lo suficientemente fuerte. Ahora, si estuviéramos tomando 150 tragos de sake, o algo así…ENTONCES podría emborracharme.”

Es igualmente franco sobre el tema de las drogas. “Me drogo simplemente porque en el siglo XX, en la era tecnológica viviendo en la ciudad, hay ciertas drogas que tienes que tomar para sentirte normal como un hombre de las cavernas. Ya sea para subirte o bajarte, pero para mantener el equilibrio necesitas tomar ciertas drogas. Ni siquiera te hacen volar, sino que te vuelven normal.”

El “normal” de Lou alcanzó un Malboro. Mientras se enredaba para sacar un fósforo y prenderlo, sus manos temblaban tan fieramente que dudaba si podría prender el cigarro.

La entrevista estaba saliendo tan fabulosa que sabía que era el momento de afilar los garfios e ir al meollo del asunto, a hablar sobre sexo. ¿Qué puedes decir sobre las relaciones entre lo que haces artísticamente y la escena gay en general y específicamente?

Por primera y única vez, estuvo pulidamente elocuente. Escuchen chicos, pueden creer que tienen sus crisis de identidad y sus juegos de desvíos sexuales solucionados plenamente sólo porque asisten con los labios pintarrajeados y embrillecidos al concierto de David Bowie más reciente, pero escuchen a su papi Lou. Él tiene otro punto de vista que ofrecerles, mocosos sabelotodo:

“El maquillaje hoy en día es simplemente es una cosa de modas, como usar zapatos de plataforma. Si la gente tiene la homosexualidad dentro, no necesariamente necesitará maquillaje. No puedes fingir ser gay, porque ser gay significa chupar vergas y que te lo metan. Creo que hay algo básico que se reduce a que un tipo, si es hetero, va a decir en un momento que no: ‘voy a actuar como gay, voy a hacer esto y aquello pero no puedo hacer eso’ Igual que una persona gay que se comporta como heterosexual, pero si le dices ‘está bien, métete en la cama con esa chica’ tendrían primero que tener una erección, y no pueden.”

“La noción de que todos son bisexuales es una frase muy común hoy en día, pero creo que su validez es limitada. Podría decir algo así como ‘si de algún modo mi álbum ayuda a la gente a decidir quiénes o qué son, entonces he logrado algo en mi vida.’ Pero no creo en eso para nada. No creo que un álbum vaya a hacer nada. Puedes escuchar un disco y decir ‘Oh, esto realmente me convirtió a la vida gay, voy a ser gay’ Mucha gente tendrá una o dos experiencias, pero eso será todo. Las cosas no cambiarán una coma. Está más allá del control de una persona hetero volverse gay a la edad en que probablemente esté escuchando alguna de estas cosas o leyendo sobre ellas; Ya va a estar determinado sicológicamente. Es como decía Franco: ‘Denme un niño antes de que cumpla siete años y será mío.’ Para el momento en que un niño alcanza la pubertad ya están determinados. Los tipos por la calle usando maquillaje es sólo diversión. ¿Por qué no los hombres no deberían poder usar maquillaje y divertirse como pueden las mujeres?”

Podría ser que Lou Reed tenga una mejor perspectiva sobre esta supuesta subversión de los roles sexuales que cualquiera de los Gore Vidal y Hill Johnston. ¡Tipos saliendo de los closet en manadas y descubriendo que son homosexuales! ¡Ja! El único problema es que la forma de pensar de Lou también lo convierte en producto de la era rígidamente dualista en que creció. Un rígido estereotipo de los cincuenta para ser uno de los que ayudó a impulsar los setenta. O bien eres un dichoso “normal” heterosuburbano amante de los fines de semana, o de otro modo tienes que ser de cabo a rabo una depravada abominación exhibicionista que repta por las alcantarillas. Escuchándolo hablar no puedes evitar preguntarte cuánto de las canciones de Lou Reed tratan acerca de gente que inventa, como él sostiene, y cuánto de ellas tratan de sí mismo. En tal caso, si, digamos, “Perfect day” es autobiográfica, debe ser la persona más culposa de la faz de la tierra. Lo que haría arduo para cualquiera tener que lidiar con su propia leyenda.

Si Lou Reed parece ser el último de los rockeros transformistas de clóset por virtud del hecho de haber salido del closet para después volver a meterse dentro, debe también destacarse que mucha gente, especialmente muchos gays, creen que Lou Reed es meramente un heterosexual espectador que explota la cultura gay para sus propios propósitos. Y quién sabe si quizás puedan tener la razón. Cuando le pregunté sobre los planes para su próximo álbum sólo dijo “quizás aparezca con un álbum ultraconservador. Quizás escriba una canción anti-gay. Quizás diga ¡devuélvanse a sus clóset, maricones de mierda!’ Eso si que lo haría.”

Pero supongamos que Lou Reed es gay. Si lo es, ¿pueden imaginarse qué tipo de homosexual diría una cosa así? Quizás es eso lo que lo convierte en un maestro de la canción pop. Que tiene tal sentido monumental de la vergüenza. Es eso o que la prueba de su absoluta normalidad es el absoluto manierismo de su anormalidad oculta. Como si ya no tuviera sentido explotar el sadomaso: cada paso está calculado desde un ancestral y rígido manual de normas, en el que cada libertino terminará cortándose las bolas. Tal como dijo Lou un poco antes ese día: “La verdad es que no hay ninguna información interesante que ocultar. Todos insisten en que aquí hay una historia, pero en verdad no hay nada. Es como una ostra que se comió a sí misma.”

***

El concierto estuvo bien. La información sobre esta gira ha variado dramáticamente (dependiendo de las expectativas y de cómo Lou se está sintiendo a cada momento, supongo) y su banda, un montón de colegiales reunidos por Steve Katz, es más que adecuada.

Pero probablemente hay más aquí de lo que alcanza a ver el ojo. Katz debió tener muchos músicos de dónde escoger. Razonablemente pudo haber reunido una agrupación a lo Elephant’s memory[1], ciertamente pudo haber conseguido un equipo de requeridos músicos de sesión sin rostro si no quería que todos descalificaran a Lou. Pero lo que consiguió fue un grupo de competentes escolares hijos de vecino, ¡que también daban la casualidad de ser de los cretinos más feos nunca reunidos en un escenario! Estos tipos son la apoteosis absoluta a lo más feo de Nueva York y Nueva Jersey. Son tan nada[2] que se convierten, no en sin rostro, sino que en algo que no puedes ignorar porque contrastan tan agudamente con el estilo cuerino de Lou Reed.

Para alguien que ha basado tanto de su carrera en el sexo, Lou Reed ciertamente se ha rodeado de una banda asexual. Sería fácil concluir que lo hizo simplemente porque no quería que nadie le robara el show (en tal caso el tiro le salió por la culata: su bajista era el tipo más feo que he visto en toda mi vida), o es que está tan idiotizado que ni siquiera hizo tal tipo de consideración (es poco probable). Así que se puede concluir que Lou Reed podría haber conseguido intencionalmente una banda asexuada como una reacción al glam-rock y a su propia imagen. Lo que, si sigues el razonamiento hasta el final, exuda culpa autodestructiva. Tan sólo imagina si Lou Reed le hiciera a su guitarrista lo que Bowie le hace a Mick Jonson (simular que se la chupa), parecería el prototipo del criminal homosexual. Sería el espectáculo (en un sentido nunca soñado por gente como Alice Cooper) más repulsivo de la historia del rock.

Las audiencias, sin embargo, en general aman su show, y es gratificante verlos inundar el escenario finalmente, otorgándole a Lou Reed la adulación que ha merecido por tanto tiempo. Es sólo porque cuando empiezas a pensar en lo aburrido de su banda, el lúgubre tempo en el que canta la mayoría de sus canciones, la atmósfera fúnebre general, y a dónde te llevan todas estas especulaciones, que empiezas a fastidiarte. Porque Lou Reed por fin tuvo una oportunidad de conseguir estrellato sostenido y lo está estropeando. Por ahora se sigue sosteniendo en su leyenda, pero la gente va a comenzar a cansarse muy rápido de una leyenda que se escurre con un grupo de gelatinas detrás de él, que canta como si se estuviera quedando dormido, que se olvida de las letras la mitad de las veces, y que se queda quieto como si estuviera empotrado excepto por recordar menear el culo cada más o menos cinco minutos o saludar al público aunque sea tiempo o no de hacerlo. Toda su carrera en este momento es como tratar de timar a un casino.

Mi paga personal con Lou vino cuando volvió al hotel después de tocar. Cerca de una docena de tipos se acomodó en una sombría suite mientras el Verdadero Fantasma Precursor del Nuevo Rock se emborrachaba sentado sobre su culo y se balanceaba farfullando. Me embriagué completamente, mi decepción apareció y comencé a aguijonearlo:

“Oye, Lou, ¿no crees que Judy Gardland es un pedazo de mierda y que está mejor muerta?

“¡No! Era una grandiosa dama. ¡Una señora maravillosamente sabia y aguda!”

“Oye, Lou, ¿no crees que David Bowie es un tarado sin talento?”

“¡No! ¡Es un genio! ¡Es brillante!”

(Tiene sentido que diga una cosa así, ya que visiblemente hizo el ridículo al enamorarse de Bowie cuando viajó a Inglaterra el verano pasado.)

“Ah, vamos, ¿qué hay de esa mierda de ‘Space Oddity’? ¡Es sólo mierda a lo Paul Kantner!”

“¡No! ¡Es una obra maestra brillante! ¡Estás hablando por el culo!”
“¡Es un pedazo de mierda! ¿Por qué no dejas toda esta basura y no tratas de ser banal por un rato? ¿Por qué no escribes una canción pop desechable como ‘Sugar, sugar’¡Eso SÍ sería algo que valga la pena.!”

“No sé cómo. Lo haría si pudiera…me gustaría haberla escrito…” ¡Uf, el pobre bastardo estaba siendo tan patético que incluso su trillado exhibicionismo llorón me estaba empezando a molestar! Como todo el año pasado, cada vez que se mencionaba su nombre todo lo que escuchabas era “¡pobre Lou!” ¡Pobre Lou, pobre Lou, pobre pobre pobre pobre Lou Reed! ¡No quisieras estar en sus zapatos! ¡El artista torturado! ¡Su pobre sensibilidad lisiada! Pero yo estaba demasiado borracho para detenerme, así que me puse aún más abusivo y personal: “Oye, Lou, por qué no empiezas a tomar anfetaminas de nuevo? ¡Quizás así podrías hacer algo bueno!”

“Todavía tomo…mi doctor me las da…Bueno, no exactamente, son dosis de metanfetamina mezcladas con vitaminas…bueno, en verdad no, solo son inyecciones de vitamina C”

Seguí así por un rato; finalmente todo esto degeneró en un silencio, y una chica de su círculo tuvo que llegar y llevárselo a su habitación. Pero siempre recuerdo la última imagen de él, desparramado en su silla como un saco de papas, chupando su eterno whisky con la otra mano colgando en la sombra, como un sordomudo en una cabina telefónica. (Aún así, creo que es bastante bueno; Esta última frase la copié de él.)

Si todo esto te hace sentir lástima por el, entonces debes felicitarte: eres un verdadero fan de Lou Reed. Porque eso es exactamente lo que él quiere.

***

Aunque, por otro lado, quizás el tiempo todavía está de parte de Lou Reed. Un par de días después estaba sentado en mi pieza cuando la puerta se abrió de un golpe y se escabulló Josh, el hijo de nueve años de una de las personas con las que vivo. Es uno de estos típicos pequeños sabelotodos preadolescentes con el pelo largo y la boca grande. Inmediatamente me preguntó: “¿De dónde sacaste todos estos discos”

“Que lindo muchacho,” pensé, quizás le regale un álbum de música para niños como el de The Electric Company.”

“¡Oye!” farfulló. “¿Tienes algo de Vaaan Morrison o de Leeeon Russell?”

Está bien, pequeño pajarraco chupacaramelos, me estoy cansando de todas esta basura falta de respeto por tus mayores. Así que saqué Transformer: “¿Quieres escuchar esto?”

“Naaah”, resopla, “ya lo tengo.”

“¿A sí? ¿Y cuál es tu canción preferida?”

“‘New York Telephone Conversation.’ Pero a mi hermano le gusta esa que dice que el tipo se afeita las piernas y se convierte en una tipa.” Su hermano tiene ocho.

“Bueno, y qué piensas de ésa? Era un hombre derrotado.

“¡Creo que es genial! La escuchamos siempre.”

Así que ahí tienen. Un rato después traté de poner un álbum de America y el mocoso me llamó un “consumidor de comida saludable.” Se trata obviamente de un rapaz prodigio, pero no podemos ignorar la evidencia: Lou Reed puede estar a años luz del cenit de su poder creativo, puede se la decadente silueta de una estrella…

Pero denle un niño desde que cumple nueve años.



[1] Elephant’s memory era una banda de New York que acompaño a John Lennon y a Yoko Ono.

[2] En el original aparece en español.

1 comentario:

Oliver Allen dijo...

Lester Bangs, Revista Creem, Julio de 1973. No sé muy bien qué es, una entrevista, una foca, una crónica de un concierto, un cuento. Da lo mismo, es de las mejores cosas que le he leído a Bangs.