lunes, 14 de julio de 2008

Dos del maestro, joyas quietas

Felicidad


Tan temprano que afuera está casi oscuro.
Estoy cerca de la ventana, con un café,

y las cosas usuales de la mañana

que se confunden por pensamiento.

Cuando veo al chico y a su amigo
caminando por la carretera cuesta arriba

para entregar el diario.

Usan gorras y chalecos
y uno de los chicos lleva una gran bolsa por encima del hombro.

Son tan felices

que ni siquiera dicen nada, estos chicos.

Creo que si pudieran se colgarían
mutuamente de sus brazos.

Es temprano en la mañana,

y hacen esto juntos.

Llegan, lentamente.
El cielo está adquiriendo luz,

aunque la luna aún cuelga pálida sobre el agua.

Tanta hermosura que por un minuto
ni la muerte o la ambición, o incluso el amor,

tienen que ver en esto.

Felicidad. Llega
inesperadamente. Y se va lejos, en verdad,

cada temprano amanecer habla de ella.


***

Una tarde

Mientras escribe sin mirar al océano
siente la punta de su lápiz temblar.
La marea pasa por encima de la barrera.
Pero no es eso. No,
es porque en ese momento ella decide
entrar en la habitación sin ropas encima.
Mareada, ni siquiera segura de dónde está
por un momento. Sacude el pelo de su frente.
Se sienta en la taza con los ojos cerrados,
la cabeza gacha. Las piernas separadas.
Él la ve
por la puerta abierta. Quizás
está recordando lo que pasó esa mañana.
Porque tras un rato, abre un ojo y lo mira.
Y dulcemente sonríe.

1 comentario:

Oliver Allen dijo...

Raymond Carver. All of Us: The Collected Poems.